VESTIGIOS EVOLUTIVOS EN EL HUMANO
Estas son algunas de las partes del cuerpo humano que se consideran vestigios evolutivos, es decir, partes de nuestro cuerpo que tuvieron utilidad en algún momento pero que ahora son prácticamente inútiles.
Musculo erector del pelo.
Esto no tiene ninguna utilidad práctica, más allá de mostrar una sensación o un sentimiento, pero en el pasado tenía mucho sentido ya que al erizar el pelaje se conseguía capacidad de aislamiento para combatir las temperaturas o bien para intimidar a otros animales, al aumentar, aparentemente, el tamaño.
Apéndice.
Se cree que en su momento la utilidad de esta extensión del ciego era para almacenar y procesar la celulosa proveniente de los alimentos de origen vegetal que el ser humano tomaba en grandes cantidades hace muchos miles de años.
Musculo plantar.
Su función original sería la de poder agarrar objetos con el pie, algo realmente útil para nuestros antepasados primates ya que lo utilizaban habitualmente para trepar. El ser humano, al no tener ya esa necesidad, ha ido perdiendo flexibilidad en dicho músculo hasta el extremo que nos resulta imposible agarrar cualquier objeto medianamente el pie.
Musculo subclavio.
Su función era la de ofrecer estabilidad y resistencia al tren superior de nuestro cuerpo al marchar a cuatro patas, algo que hace millones de años que el ser humano ya no hace.
Coxis.
Se considera que es un vestigio del rabo que una vez tuvieron los antecesores del ser humano. Los homínidos perdieron la cola al empezar a caminar erguidos, puesto que la función de equilibrio que hasta en ese momento cumplía se vio superada.
Tercer párpado.
Uno de los elementos vestigiales más curiosos es el del tercer párpado en el ser humano, ya que abre el interrogante sobre un posible ancestro común entre aves y mamíferos. Este párpado puede encontrarse en la esquina interior del ojo y, en las aves, se desplaza lateralmente para barrer el ojo y limpiarlo, así como para protegerlo durante el vuelo.
Sin embargo, en el ser humano solo queda un pequeño pliegue sin ninguna utilidad práctica.
Musculo palmar.
Une la muñeca con el codo, proporcionando una inestimable fuerza extra si andásemos colgados por las ramas, como hacían nuestros antepasados. De hecho, este músculo es inexistente de forma congénita en el 10% de la población y los cirujanos lo utilizan para reconstruir otros músculos en caso de graves lesiones.
Tubérculo de Darwin.
Este tubérculo es un engrosamiento en el cartílago que recubre el borde de la oreja y que se asemeja a la punta de la oreja de muchos mamíferos, especialmente de la familia de los monos. Su función original era tener una mejor audición.